De aquí no se va nadie…
Antes hay que deshacer este entuerto…
Y hay que resolverlo entre todos,
y hay que resolverlo sin cobardía,
sin huir.
León Felipe
El niño de Vallecas
Publicado en ABC el 13 de enero de 2015
Nosotros, los de la “generación del 56”, muchos ya octogenarios o casi, y los de la generación que nos siguió, ya también talluditos, pudimos lograr algo que parecía imposible: la transición a un sistema democrático. Hicimos lo que pudimos y como pudimos, con los resortes que teníamos, con más voluntad que experiencia y conocimiento.
Quienes no la vivieron -y es evidente que los que ahora la ponen irresponsablemente en tela de juicio solo hablan de oídas- podrían llegar a pensar que la pacífica y civilizada transición de un régimen autoritario a un régimen de libertades que se produce tras la muerte de Franco fue un auténtico milagro. Claro que podrían pensar y decir también lo contrario: que aquello no fue sino un somero retoque de imagen para que los mismos siguieran en el poder.
Ni milagro ni mascarada. La situación política y social sufrió un cambio profundo en el que participamos la mayoría de los españoles. Hubo naturalmente de todo: acuerdos y “componendas”, compromisos firmes de cambio y adaptaciones interesadas. Era el tiempo de la conciliación, el tiempo del pacto social y del consenso político por el bien del futuro democrático del país. Y todos, unos más convencidos y otros menos, arrimamos el hombro.
Nos equivocamos sin duda en algunas cosas, y acertamos en mucho, porque era mucho lo que nos jugábamos entonces. Ahora son otros tiempos y cada tiempo trae sus problemas. Los de nuestros días son, como bien sabemos graves y preocupantes. La corrupción se ha extendido como una gangrena que amenaza a todo el tejido social del país. Nadie pone ya en duda, del Rey abajo, que ha llegado el momento de hacer las revisiones y reconsideraciones que sean necesarias para acabar con la profunda crisis moral que estamos atravesando. Aún nos causa escándalo, nos provoca indignación, la mala noticia de cada día que nos muestra el caldo gordo y espeso en el que estamos, la fragilidad de nuestra democracia, y eso es bueno, lo bueno de lo malo de la situación actual. Lo digamos o no, me parece que la mayoría de los ciudadanos somos conscientes de nuestra propia responsabilidad en lo que está pasando y de que solo entre todos, podremos sanear y adecentar nuestra vida colectiva.
El lector avisado habrá descubierto ya probablemente que me estoy metiendo en el terreno de “Podemos”, el nuevo partido que ha irrumpido de forma aparentemente imparable en el panorama político del país. Ha sabido dar con la clave de la comunicación pública necesaria para activar los resortes de la movilización y el activismo de los ciudadanos aglutinando parte de la indignación y del hartazgo de muchos. Me temo, no sé, que esos éxitos fulgurantes –debidos más a los errores de los partidos políticos “convencionales” que a sus propios méritos- han envalentonado a sus dirigentes más de la cuenta: ¿quién es Pablo Iglesias, me pregunto, para distinguir entre la “buena y la mala casta” como le oí decir en una entrevista con Iñaki Gabilondo? No me gusta, lo siento, ese aire de superioridad y cierta displicencia de sus dirigentes. “Podemos” expresa y canaliza, ya lo dije, parte del hartazgo individual y colectivo que vive el país pero no es, ni puede pretender ser, la única clave ni mucho menos el único cauce para resolverlo. Estamos hartos de corrupción, sí, y no sólo de la política, también estamos hartos, y curados de espanto, de puritanos, puristas, inquisidores y salvadores de la patria.
En este punto es en el que sí creo que deberíamos sacar algún aprendizaje del pasado, algunas de la “lecciones” de la experiencia social y política de nuestra transición. Porque es tiempo de construir y de reconstruir sobre la base de consensos amplios, sobre la base de lo que quiere la mayoría. Y la mayoría de los españoles, creo yo, quiere vivir la vida sin más mentiras y en paz. La mayoría de los españoles quiere vivir en una democracia participativa, con partidos y sindicatos serios y decentes, con una justicia rápida y eficaz. La mayoría de los españoles, creo yo, quiere acabar con la corrupción en la que todos, de una o de otra forma, estamos involucrados. Ahora, con una sociedad mucho más preparada, más exigente, y ya con hábitos democráticos consolidados, estoy convencido de que vamos a poder superar esta crisis: podemos, claro que podemos. Es un asunto de todos y nadie debe dar lecciones a nadie. Eso sí, algunos, deberemos de dar un paso atrás. Porque si queremos resultados distintos no podemos seguir haciendo lo mismo de siempre. Eso lo dijo Einstein.
Querido Antonio:
Yo no soy un creyente de la secta Podemos y digo secta porque creo que gira sobremanera entorno a la figura de Pablo Iglesias, un líder, un color….Podemos es una marca registrada por Pablo Iglesias ( por cierto que el intento de registro del logotipo todavía no ha sido aprobado)
Dice usted: «….. Ha sabido dar con la clave de la comunicación pública necesaria para activar los resortes de la movilización y el activismo de los ciudadano..» Personalmente percibo lo contrario. Podemos ha desactivado toda movilización social, baste con acudir a la Delegación del Gobierno y ver las estadísticas de concentraciones, manifestaciones….Han bajado desde la aparición de Podemos. Además podemos carece de un carácter integrador, es un partido fagocitador. Nos quieren hacer creer que podemos participar con nuestras ideas cuando en realidad no es cierto: si uno participa en Podemos debe asumir los valores de Podemos. Valores por otro lado un tanto difusos y cambiantes ya que el discurso de Pablo Iglesias cambia como el clima.
Otra cosa que me escuece de sobre manera es el hecho de que ahora Podemos se atribuye así mismo todo, negando el trabajo hecho por otros movimientos sociales, asociaciones, plataformas, ONGs…
Para terminar diré que a nivel personal Pablo Iglesias me resulta un tanto prepotente, va de divo cosa que cuando yo le conocí no era así.
FRAN
Artículo por artículo, Antonio, te paso el que acabo de escribir para EL DIARIO VASCO, a la luz de las elecciones griegas de ayer. a ver qué te parece:
“GREXIT”
Álvaro Bermejo
De Grecia a “Desgrecia” solo baila una consonante, igual que dracma y drama podrían llegar a ser sinónimos si, tras la victoria de Syriza en las elecciones helenas, se materializase el espectro de eso que los tecnócratas de Bruselas ya definen con un neologismo tan aséptico como terrorífico: “Grexit”.
En otro tiempo nos rebelaríamos ante la eventualidad de que el país que simboliza la cuna de la cultura europea quedara fuera de Europa. Hoy nos importa bastante más el coste de esa exclusión, en términos de la macrodeuda que compromete a todo el continente y cuya responsabilidad final remite a la insolvencia de los griegos y de sus gobiernos.
En el discurso que ha llevado al poder a Alexis Tsipras late una flagrante contradicción en los términos: denuncia los recortes al tiempo que constata el incremento de la deuda. ¿Cómo es posible que un país se endeude más y más cuanto más recorta sus presupuestos? El endeudamiento griego no ha hecho sino perpetuar un sistema corrupto colapsado de funcionarios improductivos y de parasitismos suicidas. ¿Será capaz Syriza de revertirlo?
En los mítines previos a su victoria Tsipras enarbolaba dos conceptos clave: revolución y efecto dominó. Sobre los cauces del primero, y en consonancia con Podemos, Syriza se presentaba como la vanguardia de una convulsión global que cambiaría el mapa político de Europa. Desde entonces Tsipras, al igual que Pablo Iglesias, no ha dejado de echar agua a su retsina: no habrá ruptura con la Unión, ni huida hacia adelante financiera. Sí habrá una mutualización de la deuda con la creación de eurobonos y, también una depuración de la clase política griega, paralela a la implosión de los grandes partidos tradicionales, como el Pasok, vertebral hasta ayer, residual desde hoy.
¿Puede suceder algo semejante en España? Las calendas griegas han tenido mucho de aviso para navegantes a babor y estribor. Pero cada día se hace más evidente que en Podemos no es oro todo lo que reluce, salvo en las cuentas de dos de sus líderes más significados, como Monedero y Errejón.
Ese otro efecto dominó, el de desenmascarar las prácticas de la Casta, se ha vuelto contra ellos presentándolos como los aspirantes a perpetuarlas en base al mismo sistema de poder, oligárquico y clientelista, donde el puño en alto resulta perfectamente compatible con la evasión fiscal.
El fantasma del “Grexit” no se hará realidad en Europa. El de Podemos apenas acaba de salir del armario y ya tiene un par de cadáveres políticos en su jardín.
Querido Antonio:
Soy de los que piensan que el proceso de transición y la instauración de la democracia fue un proceso ejemplar, no solo para mi sino para mucha gente y muchos países. Lamentablemente la situación actual en la que ha desembocado este proceso no es precisamente ejemplar: los niveles de corrupción a que ha llegado este país son deleznables y la connivencia de la clase política con ellos inadmisibles. Las situaciones a las que se ha llegado en los últimos años de nuestra democracia-los gobiernos no cumplen descaradamente las promesas electorales- dejan mucho que desear. En fín, la manera de repartir las cargas económicas entre la población-las diferencias entre ricos y pobres han aumentado notablemente en esta crisis- me parece manifiestamente injusta.
Todo esto lo perciben de forma diferente las generaciones que no vivieron la dictadura, y de ahí puede venir su falta de valoración de la actual democracia.
A mí me parece que la irrupción de Podemos ya ha servido como revulsivo para los partidos políticos tradicionales, que ahora se afanan en querer ser los más transparentes y los campeones de la lucha contra la corrupción que ellos padecen. Ni que decir tiene, que a muchos no nos convence este cambio de piel.
Creo que Podemos es algo más que Pablo Iglesias, ahí están los círculos que son un despliegue de colaboración para el movimiento, pero indudablemente tiene madera de líder aunque no nos gusten sus aires de superioridad, soberbia de la que también pecan los líderes de los demás partidos y una gran mayoría de políticos. Por otra parte, es muy llamativo que un nuevo partido,
te guste o no, cause tanto revuelo mediático entre políticos, medios de comunicación y votantes. ¿A qué se tiene miedo? cuando serán las urnas las que hablen.
Lo que si me parece importante es que hayan creado unos principios éticos para sus miembros.
Y también que sean un punto de ilusión y esperanza para mucha gente.
Rafo
No te conozco Rafo, pero me agrada coincidir con tu análisis, en contraste con los de Rafa y Alvaro Bermejo a los que tampoco conozco y de los que discrepo, pero respeto.
Lúcido, como siempre, el texto de Antonio, ante uno de los escasos e injustos errores de diagnóstico de Pablo Iglesias. En mi opinión yerra subestimando el esfuerzo responsable del periodo 1975/1984. Habría que vivir aquellos irrepetibles años para entenderlo ( yo los viví con pasión con 23 años). Reconozco lo que afirma Antonio, que se hizo lo que se pudo con inteligencia y generosidad ( eso sí en mi opinión no por todos, unos renunciaron más que otros).
Como echo de menos una mentalidad conservadora reflexiva, sensible y sobre todo inteligente, como la derecha francesa, por ejemplo ). Tengo la preocupante impresión que la sociedad conservadora de este país no se está dando cuenta de la magnitud del cambio de paradigma que se está produciendo. Por mi parte, siento frustración y bochorno ante la herencia de país que nuestra generación deja a sus hijos y nietos, Si mi padre viviera estoy convencido que estaría con la nariz tapada.
Una deuda/hipoteca financiera eterna de muy dudoso reembolso y sobre todo, un principio elemental para vivir, el de la honestidad con uno mismo y con los demás, devastado. Me pregunto cómo lo hemos permitido, por eso me ilusiona y me da esperanza como dice Rafo, ver que surgen jóvenes inteligentes, utópicos, osados y comprometidos que gritan con educación y respeto, que vale ya. Tanto es así, que un perezoso como yo, que detesta las muchedumbres de más de cuatro individuos, se va a Madríd el sábado 31, a unirse con otras generaciones de ciudadanos por percibir la alegría del cambio. Lo hago porque me lo dice mi conciencia no por seguir una secta o a un prepotente, como enjuicia Fran. La gran pensadora Margarita Yourcenar, aconseja entender y no enjuiciar que es insano y por tanto poco saludable. Por otro lado, en relación al «reproche» de Fran que Yglesias ha provocado la desmovilización social, yo opino que afortunadamente, pues ha logrado que la indignación y la hartura se manifieste en las urnas y no con piedras o con violencia. Como dijo el sensato Gabilondo, si podemos no existiera habría que inventarlo.
En cualquier caso, bienvenido el cambio generacional. El país lo terminarán administrando gente nueva y esperemos, salgan del bucle de la miseria moral que les hemos dejado.
Buenas Noches Antonio:
Otro artículo más, que irradia sensatez, ecuanimidad, sentido común y mucha sabiduría; como bien dice León Felipe, «este entuerto hay que resolverlo ahora (antes de que sea demasiado tarde) y entre todos, escogiendo – calro está – a los más idóneos: Moral, Intelectual y Profesionalmente hablando, sean del partido que sean.-»
Y para ello, nada de «tirar por la borda» a los de la generación del 56; todos los idóneos – sean de la generación que sean – están llamados a participar en la fijación de los Nuevos Objetivos que necesita nuestra Nación.- Para ello, un requisito importante es volver a encontrar a un hombre clave como fué Enrique Fuentes Quintana, capáz de organizar y consolidar los ya famosos Pactos de La Moncloa.- ¿Dónde encontramos hoy «ese mirlo blanco» capaz de lograr otro Pacto de La Moncloa-II y luego además, un gobierno de coalición (la crisis que padecemos es de tál dimensión, que supera la capacidad de un sólo partido político, incluído Podemos) que, al mejor estilo alemán, nos ayude a salir cuanto antes de esta grave crisis que padecemos?
Pero tranquilo Antonio, si «los jovenes de la generación del 56» siguen siendo imprescindibles para ayudar a fijar esos nuevos objetivos, otra cosa será quiénes los deban llevar a la práctica y tengan ahora que «mojarse», para saber así «lo que vale un peine» antes de criticarnos de carcas, fachas, etc.
¡Ese es, ni más ni menos, el desafío que tenemos por delante y, como diría Ronald Reagan: «Si no lo hacermos nosotros quíen, sin no lo hacemos ahora cuándo»? Un abrazo
Antonio, en mi opinión lo que escribes en el texto, encajaría perfectamente con la filosofía de CIUDADANOS. Un cambio y una regeneración sin perder ni un mínimo de respeto por lo que hicieron las generaciones anteriores. Y es que como dice su líder Albert Rivera, PODEMOs nace del cabreo y la indignación. CIUDADANOS nace de la reflexión y el cambio ordenado.