EL REY: MÁS ALLÁ DE LAS ENCUESTAS.

«El Rey goza de una gran popularidad, tiene la simpatía de la gente, y ganaría sin duda unas elecciones»

Pablo Iglesias

Artículo publicado en ABC 21 marzo 2015

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Parece como si las encuestas condicionasen y limitasen la vida social y política en estos tiempos que nos toca vivir, tiempos electorales. Las cosas cambian sutilmente, o no tanto, de una semana a otra, de una encuesta a otra. El horizonte para los políticos, para el gobierno y para la oposición, para los nuevos partidos emergentes, lo marcan las expectativas que dictan las encuestas.

El Rey está fuera de ese juego pero entra también en ellas. Y gana: Felipe VI ha aparecido en los sondeos recientes como el personaje «político» más valorado del país. La monarquía ha de estar siempre por encima de la inmediata disputa partidista, más allá de las sensibles y fluctuantes oscilaciones de cada momento, pero considero que es muy significativo y saludable que la sociedad española tenga esa buena imagen del joven monarca. A su padre, al Rey Juan Carlos, le legitimó su ejecutoria: superó obstáculos, situaciones difíciles, se construyó a sí mismo.

Del Príncipe de Asturias se decía que llegaría al trono porque sí y con «todo hecho». Lo primero me parece incuestionable –eso es la Monarquía-, lo segundo no tanto. Con todo hecho, sí, en cierto modo, desde una perspectiva, pero también con todo por hacer, con un margen muy sutil para ganarse el respeto y el reconocimiento de los ciudadanos en unas circunstancias ciertamente complicadas. No deberíamos de olvidar que para muchos eso de “ganarse el respeto” parecía misión poco menos que imposible. Felipe VI lo ha logrado con toda naturalidad, sin que haya ocurrido nada «especial» que lo justifique, sin gestos ni discursos espectaculares, sin estruendos ni alharacas.

A algunos –probablemente a bastantes- el alto refrendo popular conseguido por el Rey puede sorprenderles. A los que tuvimos oportunidad de verlo crecer y madurar de cerca no nos extraña nada. Conocí al Príncipe de Asturias cuando era todavía un niño. Así al menos lo veía yo, en un acto en el que le entregamos un libro escrito para él por personalidades relevantes del mundo de la cultura y dirigido por Laín Entralgo. En ese acto, eL Rey Juan Carlos transmitió a su hijo cosas sustanciosas sobre la monarquía, la democracia, la libertad y la cultura; cosas que el joven Príncipe escuchaba un tanto cohibido, me parecía a mí, ante gente tan importante como la que tenía alrededor. Pero daba la impresión de “beberse” las palabras de su padre, de entenderlas y hacerlas propias

A partir de entonces he tenido el privilegio de tratarle con alguna frecuencia. Le hablé distendidamente de mi “obsesión” de entonces por el mayo francés. Como a todo el mundo solía preguntarle que donde le “pillaron” aquellos Sucesos, también se lo pregunté a él y se moría de risa: «en pañales, en pañales», decía. Claro, acababa de nacer. Me escuchó con suma atención y se interesó sobre todo por los célebres eslóganes de la Sorbona. “Pero lo verdaderamente importante sucedió en las fábricas», le insistía yo, y creo que se quedó con ello porque en ocasiones me lo recordaba: “en las fabricas, en las fábricas”.

Contaré otra historia que define muy bien, creo yo, su carácter y su forma de hacer las cosas. Cuando concedieron a Andrés Rábago, El Roto, el premio de periodismo Cerecedo, el entonces príncipe no asistió como había hecho en otras ocasiones. “Es porque sabe que soy republicano”, me dijo El Roto. A mí me extrañó mucho aquello y lo comenté con el que era entonces secretario del Príncipe y es en la actualidad Jefe de la Casa del Rey. “Eso es impensable en don Felipe” me dijo. Le invitaron a una audiencia y El Roto no salió de ella convertido en monárquico pero sí convencido de que era una persona seria y atenta. “Da confianza”, me dijo Rábago.

Da confianza, sí, transmite seguridad, calma. Da lo que tanta falta hace en los tiempos que corren. Entiendo muy bien que gane en las encuestas. Me sorprendo viendo a aquel niño convertido en Rey y me alegra comprobar que el trono le ha cambiado poco: en todos sus gestos, en la manera de mirar, de acercarse a la gente -siempre como pidiendo perdón-, en su humildad que no es impostada, sigo reconociendo al príncipe que conocí. Es el Rey que cabía esperar, el que necesitamos y queremos muchos españoles, no sé bien cuantos. A mí edad ya no tengo necesidad de actuar como un cortesano agradecido ni como un nostálgico de nada. Creo que Felipe VI puede desempeñar un papel importante en estos tiempos convulsos. Simplemente con estar ahí, con ser cómo es y actuar como lo hace. Está más allá de las encuestas, por más que algunos lo animen a presentarse a las elecciones. No es su misión, no es su papel, no es su razón de ser. Es el eje perfecto para mantener el equilibrio de nuestro sistema democrático.

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ELOGIO DE LA RISA: ENTRE JARDIEL Y BIRDMAN

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“El que hace humorismo piensa, sabe, observa y siente”

Jardiel Poncela.

 

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«Finjo en cualquier momento y lugar, menos en el escenario»

Birdman – Iñárritu.

 

No hay nada cómico fuera de lo que es propiamente humano, dice Bergson en su famoso ensayo sobre la risa. Sólo el hombre ríe: risas afectadas, risas falsas, o risas que nos salen del alma, que nos liberan. En los tiempos que corren, estaréis de acuerdo, necesitamos recuperar la última, la verdadera, la que nos libera, la que nos ayuda a sobrellevar los pesares de la vida. Y la vida casi siempre da risa si sabemos dar con el ángulo adecuado.

Todo esto para hablaros de Jardiel Poncela. Escritor y dramaturgo español, un poco olvidado, Jardiel nos sorprendió y nos alegró la vida a los de mi generación. He vuelto a él de forma casual y he recuperado mi viejo entusiasmo jardielesco. Un compañero mío de colegio, Víctor Olmos, destacado escritor y periodista acaba de publicar una biografía de Jardiel que, según los entendidos en la materia, es la más completa y documentada de las publicadas hasta ahora. No lo digo solo  yo, lo dice  hasta el nieto de Jardiel que colgó este post en Facebook.

Víctor me llamó para invitarme a la presentación de “Haz reír, Haz reír” que así se titula su libro. “Vas a disfrutar cuando lo leas”, me dijo, “porque entre tú y Jardiel hay muchas similitudes: cortitos de estatura, la calle de Hortaleza y el colegio de San Antón y, para rematar, me cuenta algo que yo no sabía y es que parte de su obra Jardiel la escribió en la Sierra de Guadarrama. Eso era mucho, pero para “picarme” aún más va y me dice que sus versos “festivos”, los de Jardiel, son parecidos a los míos. “no son tan malos, es cierto, pero tienen un aire” . No necesitaba más: enseguida me hice con la biografía. Y me la tragué de un tirón.

Se cuenta en el libro que hubo una época en la que Jardiel andaba mal de dinero y escribía lo que fuera para poder llegar a fin de mes. En uno de esos escritos “alimenticios” escribió, en colaboración con Alady, un humorista valenciano, un canto a Castellón de la Plana para “compensar” el éxito “insoportable” del Himno a Valencia. Les salieron estos versos: “Tus mujeres son bellas por excelencia: / Las hay de cien estilos y pesan tantos kilos como las de Valencia/ Y no es Valencia sino en Castellón / donde las mujeres más hermosas son”… Parece ser que al general Primo de Rivera se le saltaban las lágrimas cuando leía o escuchaba este cuplé. Y no es para menos..

Podría haber colado… Pero no, ya sé que no… Seguro que los expertos jardelianos  han descubierto ya que los dos últimos versos no son auténticos, que los he puesto  de mi propia cosecha. Pero es que Jardiel contagia su humor, su forma de reír y reírse escribiendo. Jardiel soy yo, después de haberlo leído, mucho peor, naturalmente, pero  no paro de versificar y bromear. Y ya con la vena poética a flor de piel me sale este otro verso al hilo de la más rabiosa actualidad: “Un ático en Estepona /hizo a Gonzales finir/ ¡Ay que duro es el destino!/ como yo suelo decir”. Olvidaos  por favor de este engendro. Los chistes políticos son, en general, malos, baratos, ventajistas- Jardiel no era especialmente crítico con la política sino con la humanidad, esa humanidad que nos incluye a todos, aunque unos sean más humanidad que otros…

El humor de Jardiel es inteligente, moderno, vanguardista, universal. Sus textos siguen dándonos risa. Estoy seguro de que a mis hijos, si se animan, les harán gracia, les darán para pensar. Dicen los críticos que la de Jardiel es la risa moderna. Sus salidas te cogen siempre por sorpresa. En todo chiste, según Freud,  hay una parte de desconcierto y otra de esclarecimiento. La risa es el producto de una “espera decepcionante”, vuelvo a Bergson.

Con estas citas eruditas ya subo el tono y me voy, fijaos que lejos, a Birdman, esa película que ha ganado tantísimos Oscar. Dice Juan José Millás en El País que todos esos ingredientes se dan también en el film  de González Iñárritu. El desconcierto está en su primera parte  y el esclarecimiento, lo que provoca la risa, en la segunda. A ver si lo descubrís. Algunos mexicanos dicen, descontentos, que no es realmente una película “mexicana”. Creo que se equivocan: claro que lo es, y mucho. Enlaza con la tradición del mejor humor negro, y eso es muy mexicano. Y veo en ella mucho del humor al estilo Jardiel. Hay que reír, hay que reír, con sabiduría y generosidad. La risa nos ayudará a ver la luz al final del túnel. Y si no fuera así eso que saldríamos ganando.