«No me pondré chaqué. Puestos a disfrazarme, usaría una chilaba.»
Juan Goytisolo
Me cuelo con gusto en las celebraciones que han tenido lugar recientemente en torno al autor del Quijote. Todos tenemos derecho a reconocernos en esa nacionalidad cervantina de la que habló Carlos Fuentes y “a decir de la historia todo aquello que nos pareciere, sin temor que nos calumnien por el mal, ni nos premien por el bien que dijéramos della”, como escribe el propio Cervantes en el prólogo de su obra universal. Con este espíritu de libertad hablaré hoy de Cervantes y también del premio más importante de las letras españolas que lleva su nombre.
Reconozco que no sé mucho de la vida de Cervantes. Seguro que no fue del todo ejemplar. Ninguna lo es: del Rey abajo ninguna lo es. Pero el alma de Cervantes está en las palabras y en las historias que escribió, está, sobre todo, en la del ingenioso hidalgo que le dio fama universal y que me ha apasionado desde muy joven. Creo que fue en segundo de bachillerato cuando nuestro profesor de literatura nos “obligó” a leer el Quijote. Nunca se lo agradeceré bastante. No hice eso con mis hijos y me temo que algunos todavía no lo han leído. Los grandes de la literatura universal deben de ser siempre una gran aventura y un auténtico placer, nunca una obligación. Pero, en ocasiones, hay que forzar un poco la máquina porque lo cierto es que los mejores placeres exigen un cierto esfuerzo, una adecuada predisposición. Seguiré intentándolo con mis hijos…
Como tantos otros, he vuelto al Quijote varias veces en mi vida y puedo ahora presumir de que será mi primera lectura en el ebook que me acaban de regalar. Cervantes nos da más de lo que probablemente podíamos asumir: tolerancia, humor, idealismo, compasión, libertad. Todo ello con letras mayúsculas. Y nos enseña, claro, y sobre todo, la verdad de las mentiras, la verdad que hay en la ficción, la verdad que hay en la mejor literatura.
Libertad y verdad, dos palabras muy grandes, muy exigentes, que cuesta asumir y conciliar. Voy ahora al asunto de la entrega del Premio Cervantes de este año. Si alguien dice “a la llana y sin rodeos”, se arriesga mucho. Todos, en algún momento de nuestra vida, hacemos teatro, fingimos, no lo decimos todo, exageramos la nota, nos hacemos los “interesantes”. Algo de esto me pareció atisbar en el discurso de Goytisolo, en sus palabras y, sobre todo, en sus gestos. Cualquiera hubiera podido pensar que le habían obligado a aceptar el premio, lo mismo que a mi me obligó a leer el Quijote mi profesor de literatura.
Mejor “que reine la verdad y desaparezcan las sombras”, como nos dijo el premiado en su parlamento. Lo ha denunciado Fernando Aramburu y estoy de acuerdo con él: hay fragrantes contradicciones en el “happening” que montó Goytisolo en presencia de Reyes y autoridades. Una muy evidente es decir en un momento de su discurso que no se trata de poner la pluma al servicio de una causa por justa que sea y salir al final con un extemporáneo guiño a un partido político. Nadie se inmutó y todos aplaudieron al final del discurso: con eso jugaba el premiado pero eso no está bien. En ocasiones nos engañamos a nosotros mismos, nos inventamos a nosotros mismos para que la realidad se ajuste a los deseos y sentimientos que un día tuvimos. A mi no me cabe duda de que Goytisolo quería el Premio Cervantes, quería tenerlo. Pensaba que se lo merecía. Imagino que se imaginaba pronunciar el discurso airado que finalmente hizo.
¿Quién no se recrea en una escena de venganza o de triunfo que finalmente no se produce? Me temo que a Goytisolo le llegó ese momento soñado. Era el momento de desquitarse. De dar la impresión de que desdeñaba un Premio, cuando realmente no era así. Pero sobre todo, en el fondo, creo yo, ese gesto airado no era más que una pose, una actitud estudiada desde hacía tiempo. El teatro de títeres, el teatro de la vida. Su discurso tiene miga, sin duda alguna, como hacer ver en su Pura Tura mi amigo Miguel Ángel Lama. En él hay motivos de indignación bien explicados que muchos compartimos. Sin embargo, creo yo, debajo él, en el fondo, no hay una actitud muy cervantina. No logra liberarse Goytisolo de los fantasmas que han transitado por su larga vida como lo hizo Quijano el Bueno en sus últimos años. No, no parece estar tan contaminado de Cervantes como nos dijo ese día. O quizás sí, quien lo sabe. Nada es casi nunca exactamente lo que parece. Casi siempre hay una cueva a cuyo fondo no logramos acceder. Puede que me equivoque.
Me parece muy bien lo que dices aunque creo que eres muy blando. El Sr. Goytisolo será un buen escritor (no he leído nada suyo) pero un falso, un hipócrita y un mal educado. Parece que está lleno de rencor.
Por otra parte, te diré que tuve una suerte tremenda en mi curso de Preuniversitario que hice en Toledo. Ese año cayo el Quijote y tuve un excelente profesor de Literatura. Estudié el libro y la obra de Cervantes y aun conservo los cuadernos con los trabajos que hice de comentarios al Quijote,
Mi padre nació en El Toboso y yo pasé parte de mi infancia allí con los abuelos. Soy manchego, de Villacañas, y por lo tanto, insisto, fue una gran suerte la que tuve.
Gracias Vicente buen amigo; tus comentarios de manchego ilustre son un honor para este modesto blog.
Te los agradezco de corazón y te mando un abrazo tan fuerte como nuestra vieja amistad.
Antonio, una vez más me deslumbra la profundidad de tus reflexiones y ese modo sencillo, entrañable – la difícil facilidad – con que las expresas.
Mi encuentro con el Quijote fue mucho más tardío de lo que cuentas. Y no porque no lo hubiese leído, sino porque llegué a descubrirlo de la mano de un sabio inolvidable, dotado de memoria y cultura prodigiosas, que se llamaba Luis Morales Oliver. Perdón: don Luis Morales Oliver.
Durante todo el año, y como una de las asignaturas que cursé del Doctorado en Lireratura, recorrimos de su mano la novela extraordinaria de Cervantes. Y aún recuerdo con viva emociòn la mañana – las clases las iniciábamos a las ocho y media – en que don Luis nos comentó que, al día siguiente, llegaríamos al pasaje de la muerte de Alonso Quijano el Bueno. «- Discúlpenme ustedes – nos dijo – si ,cuando mañana les narre ese pasaje, me ven llorar. Serán sólo las lágrimas de un viejo».
Pero las suyas no fueron lágrimas solitarias. Porque ,a su anunciado sollozo, unimos todos nosotros el nuestro, conmovidos por esa emoción que sólo el arte es capaz de proporcionar: el arte de la escritura… y el arte de la docencia.
Gracias Antonio; tu encuentro con el Quijote de la mano de don Luis Morales Oliver me ha impresionado.
Gracias por traerlo a este modesto blog.
GOYTISOLO AL DECIR QUE DE TENER QUE DISFRAZARSE CON UN CHAQUE PREFIRIRIA ¨¨¨HACERLO¨¨¨CON UNA CHILABA ESTA OFENDIENDO A ESE MARRAQUECH Y ESE TANGER QUE CON TANTO CARIÑO LE ACOGIERON . SOY POSEEDOR DE CHILABAS , GALABIAS, DJEBAS TUNECINAS ………Y SIEMPRE LAS HE USADO EN ESPAÑA Y EN LOS PAISES ARABES CON HONOR Y PROFUNDO ORGULLO
Gracias Alfonso; sé de tu amor a las chilabas y de tu respeto por ellas.Ahora bien; ¿crees tu que Goytisolo comparte ese respeto cuando habla de «disfrazarse» en el caso de que las use.
Me temo que no buen amig, me temo que no.
Gracis por tu comentario y un abrazo-
antonio
Muy buenas frases y gracias Alfonso por defender la cultura Arabe….
Mohamed los arabes estuvieron en España , a la que llamaban Al Andalus , siete siglos . aunque mis antepasados guerrearon contra ellos , tenemos mucho de su cultura en nuestros ADN y eso lo siento y me fascina ,
estuve en Estambul y sali a una cena con la djeba tunecina …………al llegar despues de cenar a La Reina , que es la mejor discoteca de estambul , sin reserva ,me dejaron pasar con todo genero de reverencias y me llevaron a la zona vip……….me habian confundido con un emir.
Aparte de un maleducado me parece un guarro, que se presentó a recibir el premio con la misma camisa mugrienta que había llevado el día anterior a la comida en Palacio. A la gente que va de provocadora por la vida hay que ignorarla. Lo que ocurre es que hay una excesiva permisividad con el desaliño indumentario en todas partes y opino que no debería ser así. El protocolo es algo mucho más serio de lo que la progrez nos quiere hacer creer. Marañón decía que , a veces, el vestirse de etiqueta o ponerse una condecoración es un gesto de humildad. Claro que no todos son Marañón…
Gracias Joaco por tus comentarios; tienes razón en lo de la excesiva permisividad aunque la verdad es que poco se puede hacer.
¿tu crees, por ejemplo, que los Reyes o el ministro Wert al que, según parece, se negó a saludar, podían hacer algo?
Yo creo que no, creo que hubiera sido peor. Bueno yo he hecho lo que he podido y tu también con tu comentario. Gracias.
Aquí una provocadora (que según Joaco debería ser ignorada) piensa que os estáis pasando con Goytisolo. Y con los provocadores que, pienso, hacen mucha falta.
Bien Ana; creo que tienes razón aunque no siempre los provocadores la tengan.
Todos nos creamos un personaje de nosotros mismos, más o menos cierto, más o menos falso y al cabo nos complacemos en alimentarlo. Lo que pasa es que los personajes terribles son más difíciles de sobrellevar.
Por razones familiares y personales,parte de mi formación la tuve en Argentina y, cuando regresamos a España y completé mi formación de grado medio y superior, no tuve el privilegio de contar con profesoes de literatura que «me obligaran a leer y meditar El Quijote»; como tú lo volverás a hacer estrenando tu Ebook, yo también lo pienso leer, de forma completa, en mi libro convencional (no me resisto a subrrayar o hacer – al márgen – mis comentarios) para sacarle, a mis años, toda la sabiduría que sin duda encierra.-
Y en cuanto a la conducta de Goytisolo, coincido contigo que no fué digna de un escritor de su talla por muchas reivindicaciones que quisiera expresar; ni eligió el mejor día ni menos aún el mejor momento para hacerlo.- En resúmen Antonio: Ni siquiera, algunos titulares de nuestros Premios Cervantes, tienen el don de la equidad y de utilizar «el disfraz más idóneo», en una ceremonia tán honrrosa para nuestra lengua.- Un abrazo